2 de mayo de 2008

100 AÑOS, 20 AÑOS

De vuelta por aquí.

Asombrándome de que estos espacios virtuales puedan ser nombrados con una palabra que denota lugar. ¿Son realmente tan virtuales? ¿O tienen una existencia en nuestras emociones que los eleva a la categoría cuasi-física de espacio?

Vengo de otro lugar virtual, de la página web del centenario de Guatraché y el recorrido está plagado de sensaciones.
Comienzo por el principio: Guatraché es mi pueblo natal y el lugar en el que viví hasta los 18 años, es decir mi infancia y adolescencia, donde supe tener amigos que aún conservo y un grandes historias de des/amor.
Hace un par de semanas, el pueblo cumplió un siglo de vida, y se hicieron los correspondientes festejos, y digo correspondientes porque a todo pueblo del interior le corresponde tirar la casa por la ventana ante tamaña ocasión. Y así fue.
Lo curioso fue la manera en que repercutió en mi todo este evento, y no el evento en sí, sino el haber estado presente allí.
Yo planeé ir haciendome la canchera con la excusa de encontrarme con mis amigas del secundario y algunos de mis hermanos con sus críos y mi viejo, pero al estar ahí me encontré de golpe con mi pasado, con la mitad de mi vida, con la mitad quizá más decisiva de mi vida, de cara a los recuerdos que yo había archivado en mi memoria con veinte años menos, de repente y sin previo aviso se me escapaban los nombres de la boca de gente que ni siquiera había recordado una sola vez en estos veinte años de ausencia. Era muy impresionante. Era muy duro. Y era maravilloso. Tanto junto.
Y estaba ahí con mi hija Lola: la conjunción del pasado y del futuro. Ésto también era muy todo eso junto.
Y por eso re-recorrer Guatraché y su centenario a través de su página, es ir a un lugar, a un sitio, a un espacio, significado por las emociones y la memoria. Y es también la posibilidad de reencuentros con otros y con uno mismo.
Brindo por eso.