29 de julio de 2010

INSTINTO

Hoy me pasó lo tan temido:  descubrí que había hecho un diagnóstico equivocado. 
Resulta que el lunes atendí una señora de unos cuantos años y un Alzheimer rondándole sus días que había sido vista en la guardia el sábado donde le diagnosticaron una reacción alérgica en la cara a raíz de haber empezado un tratamiento de anemia con hierro y vitaminas cuatro días antes.  Cuándo la vi pensé: ésto es un zóster (culebrilla). 
Pero como el diagnóstico inicial era de reacción alérgica y la hija de la señora estaba absolutamente convencida de que así era, porque además, la habían atendido en el Hospital Alemán, donde ella se atendía siempre y tenía toda su historia clínica (como si eso para el médico de guardia o para la certeza diagnóstica significara algo), me dejé llevar por el entusiasmo de la hija y me dió vergüenza discutir un diagnóstico hecho por otro sin haber visto cómo estaba el sábado y además, las lesiones podían ser algo atípicas ya que tenían pinta de tener una infección bacteriana sobreagregada, pero...¿ porqué sobreagregada a una reacción alérgica y no a un zóster?  Por ninguna razón, simplemente porque no tuve la suficiente confianza en mi instinto, y le creí más al médico de guardia del sábado que a mi misma... En fin, hoy me vuelven a llamar porque la señora no estaba mejor, sino peor.  Hoy ya no dudé ni un instante, lo que me había parecido y había descartado sin mucho motivo hoy se me presentaba muy claramente: eso ERA un ZOSTER.  Hasta aquí, los que de ésto algo entienden dirán, "bueno, no es para tanto, al fin y al cabo estaba en tiempo límite para tratamiento con antiviral, igual se va a curar, etc, etc, etc.".  Lo mismo pensé yo.  Hasta que la hija me tira un "Y además, doctora, la encuentro muy perdida"
-¿Cómo perdida, más que lo habitual?
-Si, claro, no me reconoció a mí.  Hasta ahora eso no había pasado nunca.
- Ajá.  Y...¿agresiva?
-Uhhh, ni hablar.-en voz baja y con ademán de abanicarse.
-Ah.  Y...¿la notás más desorientada en cuanto al lugar o el tiempo?
-Y...me decía a mí que qué hacía ella en mi casa, imagínese, doctora.
Lo que yo me imaginaba en ese preciso instante era la posible encefalitis herpética que había dejado muy felizmente y ridículamente tratada con cefalexina dos días antes, y quería imaginarme que los lunes habían desaparecido de los calendarios, que los médicos de guardia del sábado del Hospital Alemán habían renunciado en el último segundo del viernes y que las encefalitis eran enfermedades inexistentes inventadas por García Márquez para explicar la locura de alguno de sus personajes.
Pero no.
Así que muy estoicamente le expliqué a la hija de la señora que era necesario llevarla de nuevo a la guardia, que yo la iba a mandar con una notita donde iba a detallar todo lo que había pasado y que había que descartar las causas del estado confusional de su mamá, dentro de las cuales estaba la encefalitis.  Gracias a un resto de suerte que se ve que todavía me quedaba no me preguntó si era muy grave no haberlo hecho dos días antes.   De todas maneras, en cierto modo se lo dije yo.  No sé si era necesario.  No lo sé.
Eso sí, le pedí firmemente que me llamara una vez que terminaran de evaluarla en la guardia para saber cómo había resultado todo.
Y el resto del día corté clavos como loca.
Hace un par de horas me llamó, que su mamá estaba de vuelta en su casa, que le habían hecho "de todo" en el Alemán, que la había visto el otorrino porque el herpes le comprometía la oreja, que le habían dado acyclovir, que le habían hecho un electrocardiograma, que le habían sacado sangre... pero de tomografía cerebral o punción lumbar para descartar la encefalitis, ni noticias.  Igual la habían despachado a la casa sin grandes remordimientos ni culpas.
Para eso estoy yo.


Nota al pie:  en el año 2002, estando de guardia recibí una paciente con desorientación y estado confusional  que hasta el día anterior era normal y al revisarla le encontré una culebrilla en el tórax, la interné con diagnóstico de encefalitis herpética que confirmamos luego con la punción lumbar, hizo tratamiento y se fue de alta curada.  Para el psiquiatra que la había visto un rato antes era una histérica.

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